miércoles, 21 de mayo de 2008

La sonda Phoenix llega a Marte

NASA ha programado el descenso de la sonda espacial el próximo domingo 25 de mayo
21 de Mayo 2008.- La sonda norteamericana Phoenix, el último de los ingenios no tripulados enviados por la NASA con destino a Marte, ha iniciado las maniobras de ajuste que el próximo domingo 25 de Mayo por la noche le deben permitir aterrizar en el planeta rojo sin contratiempos y en el lugar esperado, una región cercana al polo norte llamada Vastitas Borealis.



Acostumbrados a los movimientos tan mediáticos de sus predecesores Spirit y Opportunity, que han subido cráteres y recorrido acantilados, la nueva misión puede parecer poco ambiciosa, puesto que Phoenix no dispone de ruedas que le permitan avanzar, pero las esperanzas científicas son incluso superiores: si los dos robots móviles fueron exploradores que abrían caminos en un nuevo mundo, el módulo actualmente en vuelo es un especialista en química que va en busca de tesoros.

Phoenix será la primera sonda que se posa en una latitud tan septentrional de Marte. La región de Vastitas Borealis no fue escogida por azar, obviamente, sino porque en el año 2001 el orbitador Mars Odyssey descubrió en ella indicios bastante claros de permafrost, capas de hielo subterráneo incrustado entre las rocas, similares a las que menudean en Siberia o Canadá. Las temperaturas en la zona prevista de aterrizaje oscilarán entre -33° y -73° centígrados.

Más del 50% de los aterrizajes en Marte han fracasado
La NASA -o más exactamente la Universidad de Arizona, que es quien ganó el concurso para diseñar la nave- podría haber optado por una misión con mayor movilidad, pero prefirió centrarse en un análisis en profundidad de una región muy concreta.

El espacio que habría necesitado para unas ruedas y un motor que las impulsara lo ha destinado la NASA a un equipamiento científico de primera línea, el mejor enviado jamás a Marte. De los 350 kilos que pesa la nave, 55 corresponden a material de investigación. Eso sí, parte de los instrumentos son una reedición mejorada de los que llevaba la sonda Mars Polar Lander, cuyo rastro se perdió para siempre 10 minutos antes del aterrizaje, en 1999. En cualquier caso, caer en el sitio deseado será fundamental.



Phoenix, lanzada el pasado agosto, ha recorrido 260 millones de kilómetros a una velocidad aproximada de 21.000 kilómetros por hora. "La nave espacial se encuentra en perfecto estado", declaró esta semana Barry Goldstein, responsable del proyecto en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, al presentar los planes de aterrizaje.

Phoenix, equipada con un escudo térmico que la protegerá de la fricción con la atmósfera, desplegará un paracaídas supersónico que reducirá la velocidad de caída cuando se encuentre a 120 kilómetros del suelo.

Después, la sonda encenderá sus retropropulsores y ello le permitirá posarse con dulzura sobre sus tres patas. Phoenix, así pues, vuelve al sistema clásico que utilizaron las Viking y olvida los airbags (aterrizar como una pelota que rebota) empleados por los últimos robots móviles.

"No es tarea fácil -advirtió Ed Weiler, administrador científico de la NASA-. Más del 50% de los intentos de aterrizar en Marte han fracasado".

Un laboratorio en Marte
La nave tiene unas dimensiones muy respetables -cinco metros de lado a lado, incluido los grandes paneles solares que suministran la energía-. El instrumento más llamativo es un brazo robótico de 2,35 metros de largo, equipado con un percutor con dientes de sierra, que puede agujerear el suelo hasta una profundidad de un metro y tomar muestras.

Phoenix no solo pretende estudiar el permafrost polar para descifrar la historia geológica de Marte, "sino determinar si el agua permitiría el establecimiento de futuras colonias humanas", afirmó Peter Smith, principal responsable científico de la misión en la Universidad de Arizona.

Con un poco de suerte, Phoenix será la primera nave que toque directamente agua en el planeta rojo, pues lo que lograron sus predecesoras fueron simplemente indicios de su existencia en tiempos pretéritos. La sonda también está capacitada para determinar si en el hielo hay indicios de vida, añadió Smith.

En cuanto al resto de instrumentos, lleva por ejemplo una cámara, conocida como SSI, que proporcionará imágenes de alta resolución, panorámicas en color y en tres dimensiones. Una vez en Marte, está previsto que la misión dure unos 90 días. Quizá la nave sobreviva mucho más tiempo, pero lo que no consiga en los primeras semanas difícilmente lo conseguirá más tarde.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupenda noticia, estare pendiente en tu blog.
Gracias.
Por cierto buen tabajo.

Anónimo dijo...

seguro q el vaticano cree en la existencia de extraterrestres? "no me lo puedo de creer".
seguramente existen extraterrestres, ya que creo q no ibamos a estar solos en todo el universo.
admiro este trabajo me parece que esta bien, yo no se mucho sobre el tema
Asi que seguire leyendo a ver si puedo opinar