sábado, 31 de mayo de 2008

Debajo de la "Phoenix" hay hielo.

Primero, un problema no aclarado con la Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) impidió la comunicación de la Phoenix con la Tierra. Más tarde, una vaina protectora del brazo robótico, que no se desprendió -como debía- tras el aterrizaje y obstaculizó sus movimientos.
Por fin, cinco jornadas después de arribar en Marte, llegan buenas noticias desde la NASA. Superados los problemas, los ingenieros del Jet Propulsion Laboratory (dependiente de la agencia espacial norteamericana) han conseguido extender el brazo mecánico de la sonda. Los científicos involucrados en el proyecto no dudan en mostrar su satisfacción: «Estamos muy complacidos por haber podido mover el brazo. De hecho, es la primera vez que lo hacemos en un año», señaló Matthew Robinson, uno de los responsables del Jet Propulsion Laboratory.
La función de esta extremidad mecánica es de suma importancia para la misión, pues de ella dependen la mayoría de los estudios científicos. Con una longitud de 2,35 metros y compuesta de titanio y aluminio, el brazo robótico puede excavar a un metro de profundidad, recoger muestras y analizarlas en un laboratorio emplazado en la cubierta de la Phoenix. Los expertos creen que la capa de permafrost (hielo y arena) del área puede ser rica en agua, lo que plantearía la posibilidad de encontrar restos de vida microscópica.
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Condiciones extremas
El primer paso, una vez accionado el brazo, será comprobar la movilidad de sus articulaciones. Aunque se prevé correcta, las temperaturas a las que está sometido -mínimas de 80º bajo cero- podrían causar algún error de funcionamiento. Desde la agencia espacial estiman que las condiciones climatológicas de la zona son «semejantes a las que presenta el Ártico terrestre».
Además, y antes de empezar a excavar, los ingenieros de la NASA deben asegurarse de la estabilidad de la nave, que se sustenta sobre tres patas en una superficie inexplorada. Para reconocer el terreno, el apéndice robótico de la sonda cuenta con una cámara de alta resolución, cuyas imágenes están siendo analizadas por los investigadores para encontrar el punto más adecuado donde comenzar las perforaciones.
Estación meteorológica
Otro de los momentos claves de esta empresa marciana será la puesta en marcha de la estación meteorológica que porta la Phoenix. El artefacto, capaz de detectar nubes, polvo y niebla, ha sido desarrollado por la Agencia Espacial Canadiense. Para comenzar a funcionar, la estación necesitará de la activación de un láser sensible a la luz que ha de ser orientado desde la Tierra. Emplazarlo correctamente es un trabajo ímprobo, equivalente a «apuntar un puntero láser sobre una pelota de tenis a cuarenta metros», sentenció el científico canadiense Jim Whiteway.

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